Luis es un hombre conversador, rápidamente quería saber detalles del tema que más cautiva a los extranjeros: El narcotráfico y la violencia en Sinaloa que en los últimos años es un capítulo romántico en la sociedad mazatleca; todos los días se habla de este ítem. La violencia en nuestro país es un tema que seduce a propios y extraños por todo el desplegado mediático y la representación física a través de los asesinatos, una analogía sería una canción ranchera de dolor, cuando la escuchamos nos remueve heridas que nunca cerrarán, este fenómeno es así: una gran fractura social que nunca soldará y una situación que preocupa a artistas locales y extranjeros.
Moro, es un trotamundos, parte de su análisis y discurso se basa en el método comparativo pero sustentado en una apreciación y respeto a esa diversidad y pluralidad del contexto “macro” que va palpando e involucrándose con la observación de esos elementos culturales, sociales, políticos y sobre todo los naturales que plasma en sus “Microscomos”.
Tiene un año y medio viviendo en México y ha visitado diversos países, estos viajes le han servido de referente para darnos una explicación de las similitudes y diferencias entre la mafia italiana, marroquí y mexicana, cualquier día quizás dibujará o pintará algunos moscos comiéndose los unos a los otros en un cuadro aludiendo al problema del narcotráfico.
La fama y el prestigio no lo han hecho perder piso. Es sencillo y de actitud humilde, cualidades que no le permiten dormirse en sus laureles. Y así trabajando como hormiguita, estaba ultimando detalles de su obra en la Galería Florencia Riestra.
Detrás de la pintura de un mosquito estampado y provocador hay algo más, para Luis Moro representa “Una sociedad que diariamente está cambiando, pero también una, donde constantemente nos estamos estrellando. Vamos camino a estrellarnos de manera global y acabará el fin de un ciclo, como decían los mayas, no es el fin del mundo, pero sí el fin de una era. Vamos a una velocidad desorbitada y la humanidad acabará como los insectos: estrellados en algún vidrio, en realidad, para este universo somos unas hormigas”. Y efectivamente me sentía un formícido más contento, tenía los referentes leídos previamente de las páginas electrónicas donde discurrían algunos temas sobre la obra de Luis Moro y había interactuado con la obra. Estaba lista para entrevistar.
Moro, se dedica a la pintura desde los trece años de edad, autodidacta y su vinculación se la debe a su ciudad natal. “Hay dos ciudades en España que tienen una panorámica increíble: Una es Granada y la otra es Segovia, mi relación con la pintura empieza con el paisaje y el hecho de salir a pintar al aire libre, ayudó a mi contacto con el mundo animal, “Los microscosmos’ o “Microuniversos’ (Es el nombre que se le da para representar a la vida microscópica frente a las grandes estructuras, desde una célula hasta las galaxias) desde el año dos mil vengo pintándolos.” Paramos un momento para ordenar, yo pedí una gordita de nopal, el pintor de carne deshebrada.
Y mi primera curiosidad era saber ¿Porqué lo había atrapado el mundo de los insectos?, siempre se nos dice desde niños que algunos son feos y peligrosos, que tengamos cuidado y le lancé la pregunta -"Mi interés por el mundo animal, se da cuando me voy a vivir a un pueblo de Castilla y lo único que había eran insectos, me parece que es un animal que en toda la historia del arte no se ha valorado ni tomado en cuenta, el setenta por ciento del reino animal son insectos y quería conocer este país por esa variedad y toda la representación que tienen en las culturas prehispánicas”.
Los platos con las dos órdenes se hicieron presentes y mientras Luis mordía la gorda y con un “um”, aprobaba que tenía buen sabor. En mi cabeza rondaba la hipótesis sobre los fondos que utiliza y para comprobarla pregunté “¿Por qué manejas fondos blancos?” -“Me quedo en lo esencial por eso mis fondos son blancos, no me interesa decorarlo, me voy a lo primario del ser vivo, yo de pequeño jugaba mucho con el microscopio y después de treinta años en la pintura, resulta que me regreso al origen, a la niñez. La obra de cualquier creador es muy autobiográfica, me gusta mucho lo que engloba lo “micro” y el “macro”, lo que encierran las miniestructuras universales se reflejan en lo macro, estoy pintando la energía de la vida, la metáfora de la muerte, la mosca es una excusa para hablar de estructuras universales, el drama que está viviendo un país”. La comprobación afirmativa de mi idea, quedó corroborada con la respuesta.
El cuadro que me impactó en Nigromante fue “microcosmo número IX”, tenía sentimientos encontrados me provocó impotencia al ver el caos que proyectaba, hasta cierta familiaridad por la violencia que pude percibir, me remontó a mi Sinaloa, compartí está idea con Luis y me aclara que se inspiró en Palestina “Porque un insecto puede ser como un país, porque somos como hormiguitas que se están desquebrajando.”
Luis es también una estructura comunicativa, acompaña sus frases con el movimiento de mano izquierda, sus ojos y agrega “Mi obra es una metáfora, sobre el hombre, la vida y el final de un ciclo, tiene una parte de conciencia ecológica, al tratar de ver el mundo de estos seres, que los comparo con nosotros y tienen una importancia fundamental en el equilibrio del planeta, una reflexión para ver un ser minúsculo, en una guerra hablamos de víctimas pero no pensamos en el desastre ecológico”, frase que me hizo pensar en el derrame petrolero del Golfo de México.
Pueden leer la entrevista completa en el 2do numero de la revista, en sección Descargas